Totalmente de acuerdo. Yo también me he dado cuenta de que muchas veces no procrastino por pereza, sino porque no tengo claro para qué quiero hacer eso. Cuando no hay una dirección clara, todo cuesta el doble. Me pasa sobre todo con tareas que "debería" hacer, pero que no me he apropiado como propias. Y claro, el cuerpo lo nota: se activa el estrés, aparece el cansancio raro, y hasta lo más sencillo se vuelve montaña.
Lo curioso es que, cuando conecto con lo que de verdad quiero (y lo formulo con honestidad, sin exigencias), la acción fluye sola. Al final, como dices, no es falta de disciplina, sino de sentido. Y a veces solo hace falta parar un poco y escucharse sin juicio. Ahí empieza el cambio.
Coincido al 100%. La falta de un sentido o d aun camino claro que seguir nos hace muchas veces caer en todo esto.
Te dejo un par de posts en los que hablaba también sobre esto, por si te sirven para complementar☺️
https://elmapadelcambio.substack.com/p/no-te-falta-tiempo-te-faltan-habitos
https://elmapadelcambio.substack.com/p/lo-que-repites-te-repite
Maravilloso Ainhoa gracias por sumar, me daré una vuelta por este contenido, siempre es necesario 😁
Totalmente de acuerdo. Yo también me he dado cuenta de que muchas veces no procrastino por pereza, sino porque no tengo claro para qué quiero hacer eso. Cuando no hay una dirección clara, todo cuesta el doble. Me pasa sobre todo con tareas que "debería" hacer, pero que no me he apropiado como propias. Y claro, el cuerpo lo nota: se activa el estrés, aparece el cansancio raro, y hasta lo más sencillo se vuelve montaña.
Lo curioso es que, cuando conecto con lo que de verdad quiero (y lo formulo con honestidad, sin exigencias), la acción fluye sola. Al final, como dices, no es falta de disciplina, sino de sentido. Y a veces solo hace falta parar un poco y escucharse sin juicio. Ahí empieza el cambio.
Diste en el blanco Jordi, eso justo es lo que necesitamos: escucharnos sin juicio y accionar desde allí. Para mí eso fue un antes y un después.